La crítica es contribución al bien vivir y al bien morir. La muerte no es sin más inevitable, porque es la sombra de la desigualdad. La circunstancia social, la situación económica y la condición cultural de las personas se relacionan estrechamente con su salud y bienestar. Es preciso replantear la idea misma de vulnerabilidad y analizar la natalidad, la morbilidad y la mortandad en sus fundamentos. Las enfermedades son evitables, no una condena. Este trabajo, de fondo a la vez que de coyuntura, enfatiza el papel que está llamada a jugar la trama institucional del Estado, con miras a una verdadera política. Para adquirir el impreso, clic aquí.
Mis nuevas escrituras, las Nuevas Escrituras
En ocasión de su recepción del Doctorado honoris causa por 17, Instituto de Estudios Críticos, Mario Bellatin leyó el 16 de enero de 2019 las siguientes páginas. El escritor antecedió su lectura con algunas reflexiones acerca del tratamiento literario posible de lo que acontece. Hay hechos que no pueden quedar en silencio. ¿Qué margen tiene entonces la literatura para referir a ellos, sin quedar sometida a los resortes de la política? Aquí destacan los nombres de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, que después de cinco años siguen desaparecidos.
La política, producción de afectos
En El circuito de los afectos. Cuerpos políticos, desamparo y fin del individuo, del que compartimos un adelanto, el teórico crítico brasileño Vladimir Safatle destaca que, así como en la práctica del psicoanálisis son desactivados modos de afección que perpetúan modos determinados de vinculación social, “la política es, en su determinación esencial, un modo de producción de circuito de afectos”. En seguida, la grabación de la conferencia que el autor dictó sobre este tema, en 2015, durante nuestro coloquio internacional “Horizontes de la gestión crítica”, en la Ciudad de México.
I left my eyes behind
«Starting from my own experience with radical Islam in Egypt, this film is made with Yazidi, Christian and Muslim refugees Daesh forced to flee to camps in Iraqi Kurdistan.» Our filmmaker, poet and essayist continues: «It gathers their testimonies and transforms them into poetic creations. The two pillars of the film are the imagination and testimonies of the participants. By becoming involved in an artistic process that unleashes their vital energy, the film’s characters will take their place in the world as subjects once again, and not just victims. I’m a Muslim —as is written on my Egyptian identity card. In the name of this description that I don’t accept (at least not as an identity by which I define myself), I feel responsible. I need to reply in my own name, and in the name of the world in which I grew up. I have to respond to the injustices done, in the name of the religion of my father, my mother, my sisters and my brothers.»





